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Intavolatura: Lecciones de Tinieblas

Uno de los momentos más bellos de la liturgia católica son sin duda Las Lecciones de Tinieblas, que se practicaban en Semana Santa hasta hace pocos años durante el Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. Estos tres días constituyen el Sacrum Triduum y para cada uno de los Nocturnos que constituyen el oficio de Maitines se preparaba el canto de tres salmos, con sus antífonas y Tres Lecciones seguidas de sus Responsorios.

Las Lamentaciones de Jeremías forman parte de la lección del primer Nocturno, mientras los monjes observaban que el alba comenzaba a clarear, cantaban a la vez que iban apagando una a una las luces del altar representando el abandono de Jesús por parte de sus discípulos. Más adelante, por comodidad en las parroquias, este acto se pasó a la tarde precedente. De esta forma las Lecciones que Couperin llama del Miércoles Santo, son en realidad las del Jueves Santo.

Las ceremonias de Semana Santa eran seguidas en París en el siglo XVII como hoy en día lo son en España, y el Oficio de Tinieblas se convirtió, mezclado con la moda, en una de las devociones más corrientes bajo el mandato de Luis XIV. La gente comenzó a ir del teatro al convento atraídos por los bellos cantos de las Damas Religiosas, siendo este el hecho que provocó el enfado de ciertos cargos de la Iglesia, provocando palabras como:

Se cambia en diversión lo que está establecido para producir en el alma de los cristianos una Santa y saludable tristeza….

Pero a pesar de esta confusión en los géneros, la música demuestra estar impregnada de toda la espiritualidad y dramatismo que el contenido de los actos demanda, y gracias a la popularidad de la que disfrutó en esta época, ahora nos han quedado algunas de las obras de mayor profundidad de espíritu que jamás se hayan compuesto.

Las Leçons de Ténèbres (editadas en 1714) fueron encargadas a Fançois Couperin por las damas de la Abadía de Longchamp. Según el prologo del segundo libro de piezas para clavecín del autor, escribió nueve Lecciones, de las cuales por desgracia, solo nos han llegado tres.

< He aquí, por fin, el segundo Libro de mis obras para Clavecín que creía poder dar a luz el mismo año en que apareció el primero. Algunas consideraciones me han desviado de ello: 1º he considerado que había que dejar un intervalo más considerable para dar tiempo a las personas que tocan las obras del primero a dominarlas suficientemente. 2º la composición de nueve Lecciones de Tinieblas a una y a dos voces, de las que las tres del primer día están ya grabadas y en venta…>

Las otras seis a las que hace referencia no sabemos si realmente las compuso, si están en algún lugar o si para nuestro dolor fueron destruidas por alguna razón que desconocemos.

El texto de las lamentaciones de Jeremías es uno de los más bellos poemas del Antiguo Testamento, basado en la destrucción del pueblo de Jerusalén a causa de sus pecados. Es un poema acróstico en el que cada versículo comienza con una letra del alfabeto hebreo que sirve de numeración como viejo procedimiento mnemotécnico.

François Couperin “Le Grand” (1668-1733), uno de los compositores más ilustres del barroco, fue músico de la corte de Versalles bajo el mandato de Luis XIV y organista de Saint-Gervais (París), siendo probablemente un caso único pues prácticamente dedicó su obra completa a la música de cámara y al clavecín, elevando su extensa obra a los niveles más altos de sensibilidad y buen gusto, e innovando en el estilo hasta generar una mezcla de culturas a través de la música a pesar de no haber salido de París durante su vida.

A lo que aporta la tradición más antigua y los compositores franceses de la generación anterior, Couperin aportará, una distribución que permitirá diferenciar el estilo del recitativo y los melismas de forma más clara que Charpentier y el resto de compositores que practicaron este género. Además, le dará más ligereza y facilidad para seguir la entonación y el ritmo de las palabras latinas, que le permitirá expresar lo que quiere sin levantar la voz.
Estamos en la época de “Les Goûts Réunis” (Los Gustos Reunidos), lo cual nos indica que la fusión entre el arte francés, mediterráneo y europeo en general, se une en su conciencia y sensibilidad hasta generar un punto de equilibrio perfecto.

Este es uno de los motivos por el que “Intavolatura”, afronta este repertorio desde un punto de vista diferente, en el cual intentamos impregnar esta obra maestra, del aire latino y la mezcla de culturas, con voces de colorido mediterráneo, cierta libertad rítmica, pero siempre intentando mantener el espíritu interno y el estilo que François Couperin plasmó en esta maravillosa obra.

Juan Francisco Padilla
Director y laudista

 

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